martes, 17 de mayo de 2016

LOS ÚLTIMOS AÑOS








Estoy hasta las narices,
por no decir otra cosa,
de tanta tragicomedia.
Para mis últimos años,
léanme bien,
esto es lo que quiero
que me quede:
una mañana de abril
sin adjetivos superfluos,
la bondad de la luna
en las noches victorianas
de invierno
un par de horas tirado
en la arena de la playa
y el regalo de un amor
de muchos años
que no se encuentra en los chinos
ni en la Sacrosanta Constitución
o las rebajas de verano.
Ni siquiera en los programas
de los que se presentan
a las próximas elecciones.






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